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martes, 29 de enero de 2013

Participación de Padres y Madres en la Escuela


Los padres recaban información acerca de la educación de sus hijos por diversas vías, la principal, observando los progresos (o ausencia de ellos) del niño en cuestión a través de las calificaciones de sus asignaturas, que los padres reciben periódicamente. Esta es la principal vía que utilizan los padres no sólo para hacerse una idea de la marcha escolar de su hijo sino de lo bien o lo mal que funciona su colegio, de la preparación de sus profesores, o de cuánto contribuye el colegio a formar los hábitos esperados en el niño. Este conocimiento condiciona en gran medida una variedad de actitudes hacia la educación de su hijo, hacia la escuela y hacia el sistema educativo en su conjunto.

Además, hay otras vías de recogida de información acerca del rendimiento de los hijos, de su conducta en el colegio, del rendimiento y conducta de sus compañeros, y de otros aspectos relevantes de la vida escolar. Estas otras vías son el trato personal o telefónico con tutores, profesores o la dirección del centro y las variadas informaciones que se transmiten por escrito (por lo pronto, las calificaciones).

Muchos padres asisten a las reuniones a lo largo del curso, con el tutor y/o profesores de sus hijos.
En dichas reuniones el tema principal que se trata son las calificaciones, el rendimiento y el comportamiento de los hijos. Mostrándose los padres, en general, bastantes satisfechos tanto con la preparación de los profesores como con la atención que ofrecen a sus hijos.

Cabe destacar que no hay diferencias significativas entre los centros concertados y privados, aunque los padres perciban en los últimos una mayor preparación y atención de los profesores.

Otro aspecto a destacar, es que cuanto mejores sean los resultados académicos de sus hijos, mejor será la opinión que los padres tengan de los profesores y de su formación. Da la impresión de que en la medida que su hijo vaya aprobando las asignaturas el padre tiende a no cuestionar la valía del profesor y a dar por supuesto que ésta es elevada, y a pensar que los suspensos de los hijos es algo que cabe achacar, en parte, a fallos de los profesores. El número de aprobados se convierte, otra vez, en un criterio principal de juicio acerca del funcionamiento de la educación escolar.

El problema no es que los padres utilicen las calificaciones de sus hijos o el número de asignaturas suspendidas como síntesis del conjunto de la relación colegio-hijo, pues es normal que ocurra así en gran medida. La alternativa sería una mucha mayor implicación en el seguimiento cotidiano de la marcha del niño en el colegio, más conversaciones con éste, más seguimiento de sus deberes, más conversaciones con sus profesores, etc., Muchos padres no tienen tiempo para tanto.

El problema es, por el contrario, que las notas no significan siempre lo mismo y que pueden desorientar a quienes se guían por ellas. El sistema educativo podría estar funcionando peor (de cara al mundo del trabajo y la empresa, la formación de ciudadanos o el cultivo espiritual individual) sin que eso tuviera un correlato ni en las calificaciones ni en la proporción de repetidores. Eso ocurriría si fuera cierta la idea de que los estándares han caído y la de que los criterios de paso de un curso a otro son ahora más laxos que, digamos, hace diez o quince años. En este caso, el nivel de satisfacción de los padres podría seguir siendo muy elevado, pero estar construido sobre fundamentos frágiles: en cuanto los criterios fueran un poco más estrictos, la insatisfacción de los padres aumentaría.

Respecto a las aportaciones de la escuela, los padres destacan en primer lugar la promoción de la generosidad, la capacidad de observación, la capacidad de escribir bien y en formación de hábitos de educación y urbanidad en el trato con los demás. En segundo lugar estaría su contribución a cualidades como la capacidad de juicio, confianza en uno mismo, capacidad de adaptación, capacidad para exponer en público el punto de vista propio, los hábitos de orden y auto-disciplina  la fuerza de voluntad, la capacidad de experimentación y el deseo de superación. En tercer lugar estarían el sentido estético, la fantasía y el espíritu de riesgo y aventura.

Todo esto sugiere que la escuela estaría formando, en primer lugar, individuos de carácter sociable, propensos a la simpatía y la compasión por los demás. En segundo lugar quedaría el carácter más auto-asertivo  Por último, promovería mucho menos individuos creativos, en los que predominaría el sentido estético.


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